Recientemente vi un documental de la HBO de 1996, titulado Paradise Lost. The Child Murders at Robin Hood Hills, que me estremeció. El film relata el juicio a tres menores, acusados de asesinar a otros tres niños de una manera salvaje. Se pone de manifiesto cómo, pese a la mala investigación policial y a la ausencia de pruebas y la abundancia de contradicciones, se condena a unos chicos por un crimen que lo más probable es que no cometieran. El pecado de los tres adolescentes (a los que se les llamó los West memphis 3) fue destacar en su comunidad por sus aficiones a la música de Metallica, por vestir de negro y por interesarse por la brujería.
Hay mucho escrito sobre este caso, ya que todavía ahora se sigue luchando para se reabra el caso y se tengan en cuenta nuevas pruebas. En la página de wikipedia se hace un buen resumen de la cronología de los hechos, desde el crimen a la actualidad, además de ofrecer enlaces y dar datos sobre el apoyo de famosos a los tres inculpados (como Winona Ryder, Tom Waits o Steve Earle). Es muy interesante echar un ojo a esta página para darse cuenta de cómo a veces falla el sistema.
Algo similar pasa con el documental. Durante sus dos horas y media te das cuenta de las "trampas" utilizadas durante el juicio: utilizar la confesión de uno de los tres, que dio bajo presión con el agravante de que es retrasado mental; utilizar rumores; utilizar el aspecto de los acusados; y así toda una retahíla de recursos a los que la fiscalía recurre para condenar a los tres adolescentes. A todo esto, añadámosle una mala investigación policial y unos familiares de las víctimas que claman por justicia y están convencidos de la culpabilidad de los acusados. Muchos de los elementos que aparecen en la película acostumbramos a verlos en series (como podría ser la magnífica Damages), pero esta sería una de esas ocasiones en que podemos afirmar que la realidad supera a la ficción.
Otro de los aspectos que muestra el documental es la mediatización de algunos casos, con un amplio despliegue de medios de comunicación, y cómo todo ello afecta al caso en cuestión. No es un tema baladí, ya que sin ir más lejos, en España hemos tenido casos parecidos como las niñas de Alcásser (cercano en el tiempo, exacto en el número de asesinatos y parecido en la brutalidad al de Robin Hood Hills) o el más reciente de Marta del Castillo. Como se refleja en el film de la HBO, los medios siempre suelen abordar todos estos temas desde la óptica del amarillismo.
Una de las historias que más llama la atención es la de John Mark Byers, el padre de una de las víctimas. Es terriblemente fascinante. Seguramente es el personaje más activo en contra de los acusados, llegando a aparecer en unas imágenes disparando a latas y diciendo que ojalá éstas fueran la cabeza de los tres de Memphis, y el documental se centra mucho en su figura, siguiéndolo y entrevistándolo en abundancia. El giro que da la situación cuando Byers le regala un cuchillo al cámara es un magnífico presente para los directores del documental. Byers da el salto de padre de víctima a sospechoso, debido a algunas coincidencias, y el relato gana en emoción.
Paradise Lost es una de estas películas que te dejan completamente hecho polvo tras el visionado. Observar como se destruyen unas vidas de manera totalmente injusta es muy doloroso. Sin duda este documental es un testimonio de los errores de un sistema que no es infalible, a la vez que es testimonio de la crueldad que es capaz de desarrollar el ser humano.
En 1999 los mismos directores, Joe Berlinger y Bruce Sinofsky, dirigieron Paradise Lost 2: Revelations y ahora se encuentran en fase de postproducción de Paradise Lost 3 (según imdb). A la espera de ver estas dos continuaciones dejo el trailer del primer documental a continuación.