Al empezar a ver el tercer capítulo de la segunda temporada de Fringe, me he llevado un pequeño disgusto. Ha sido como ver a alguien a quien aprecias cometer un error que uno ya pensaba que podría suceder. Y es que la serie de J.J. Abrams siempre se ha movido en el filo de la verosimilitud en su construcción de la narración.
Me refiero a esos pequeños detalles que hacen que el espectador se "crea" o no la historia que le están contando. Y en este capítulo hay un detalle, minúsculo, pero que me hizo exclamar "¡No! Eso no cuela." Y nunca he sido quisquilloso, acostumbro a aceptar las premisas y no suelo hacer demasiadas preguntas a las ficciones. Por ejemplo, no me molesta cómo manejan el tiempo en la serie, acepto esas elipsis que parece que vayan a Iraq y regresen, como quien va a la esquina a comprar el pan.
Pero a veces hay detalles... Lo que no me creo es el inicio del capítulo, cuando la agente Farnsworth descubre algo extraño en un atentado con bomba que ha matado a 11 personas en una estación de Philadelphia. No me creo que se enteren de este atentado buscando en la base de datos del FBI. Estamos hablando de un atentado, con bomba, con muertos, en una ciudad americana.
Sé que puede parecer algo nimio, algo rebuscado criticar esto. Pero para mi estos pequeños detalles son los que dan o quitan verosimilitud al conjunto de la historia. Y siento un miedo a que puedan estropear una serie que hasta el momento me está haciendo gozar. Sin duda una de las ofertas más interesantes ahora mismo en televisión. No me gustaría que convirtiesen Fringe en otro Prison Break.
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