domingo, 8 de noviembre de 2009

LA PRISIÓN DEL CINE ESPAÑOL




Este fin de semana se ha estrenado Celda 211 y me ha parecido el paradigma perfecto del saber popular que dice que sin un buen guión es imposible hacer una buena película. Una vez escuché en boca de un profesional del cine que en España había un problema a la hora de producir una película: se le suele dar el visto bueno a la segunda o tercera versión del guión y se rueda a partir de ahí. En Estados Unidos, por ejemplo, se puede llegar perfectamente a las 10 o 15 versiones. La sensación que he tenido al ver Celda 211 ha sido la necesidad de unas cuantas reescrituras más del guión para redondear el resultado. El material con el que se trabaja es muy interesante y da mucho de sí, y se nota todo un trabajo inmenso y mucha dedicación a la hora de documentarse. Pero el guión flaquea en su estructura, en el desarrollo de algunas subtramas y en la verosimilitud de algunas acciones concretas.

Prescindir de una presentación de los personajes al comienzo de la película, que se mete de lleno en el motín desde el minuto 5, es una decisión valiente, atrevida y atractiva para el espectador. Pero te obliga en algún momento a echar la vista atrás y conocer algo más de sus personajes. La manera de resolverlo del guión, con unos pocos flashbacks del protagonista con su mujer embarazada, es muy floja y estas escenas resultan banales y sensibleras. Me parecen poco trabajadas.

Toda la subtrama política subyacente en la negociación para poner fin al motín está poco desarrollada ya que es fundamental en la historia. Da la sensación de que aparecen y desaparecen las escenas con los negociadores cuando les es más adecuado para la trama del motín, por lo que la subtrama carece de continuidad. De la misma manera, toda la historia del funcionario interpretado por Antonio Resines está mal enlazada con el resto. Me parecen poco trabajadas.

En algunos momentos la credibilidad del relato se tambalea peligrosamente. Todo el excelente trabajo de documentación, de recreación de escenarios, personajes y situaciones sirve de poco si en los momentos clave del film las acciones que motivan los grandes cambios en los personajes resultan inverosímiles. Todo el incidente con la mujer del protagonista y la confianza total, sin demasiadas sospechas, de los presos con él no son creíbles. Son situaciones cogidas con alfileres. Una vez más, me parecen poco trabajadas. Pienso que con alguna reescritura del guión habrían encontrar mejores fórmulas para el desarrollo de la misma historia.

El guionista de Celda 211 es Jorge Guerricaechevarría, que tiene mucha experiencia y ha escrito muy buenos guiones (Los crímenes de Oxford o La comunidad, por ejemplo) y de ahí mi decepción ya que ésta podría haber sido una película mucho mejor. Evidentemente, la labor del director también influye en el resultado final y no es lo mismo tener a Álex de la Iglesia detrás de las cámaras que tener a Daniel Monzón. El primero es un director con mucho talento y el segundo uno con mucho oficio. Desde el punto de vista de la realización la película me parece insulsa, muy correcta pero falta de energía. Lo mismo me ocurrió con La caja Kovak, la anterior película de Monzón.

Por último, un servidor ya está acostumbrado a la falta de calidad en las interpretaciones muchos de los secundarios en el cine español y lo acepta consciente de que en España no hay una cantidad tan grande de actores y actrices como en Estados Unidos o el Reino Unido. A veces los guiones tampoco ayudan al presentar unos secundarios muy planos y estereotipados, por lo que no tengo problema en dejar pasar algo así porque sé lo complicado que es conseguirlo. Pero la interpretación del protagonista a cargo de Alberto Ammann me ha sacado de mis casillas ya que me ha parecido muy floja. Además, enfrente ha tenido a Luis Tosar, que consigue bordar su papel como organizador del motín en la cárcel y evidencia aún más las carencias de Ammann. Me parece un grave error del director, que es el responsable de conseguir una cohesión en el conjunto de las interpretaciones.


(No puedo omitir un hecho que me molesta mucho. En las salas de cine se empeñan en llenar la pantalla de imagen, con el resultado de que cortan la imagen por arriba y por abajo del cuadro. Normalmente no suele ser mucho lo que se corta y enseguida te olvidas, pero esta tarde ha sido terrible. Durante toda la película las cabezas de los actores estaban cortadas a la altura de la frente. ¿Para eso paga uno la entrada de cine? ¿Para que mutilen los encuadres?)


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